17.-Alfonso Reyes –> SOL DE MONTERREY

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¿Cómo leer en bicicleta?
¿Quiénes somos? || Visita nuestro blog || Visita nuestra Web || 23 diciembre 2008

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Nuestros mejores deseos para que

el Espíritu de la Navidad

no sólo roce las almas,

sino que cale en ellas.

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QUERIDOS AMIGOS LES DESEAMOS
FELIZ NAVIDAD
SALUD
AMOR
PAZ
PROSPERIDAD
EN ESTE AÑO 2009
ESTATE BELKIS AYÓN

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RECIBAN UN AFECTUOSO SALUDO Y EL DESEO DE QUE
EN ESTAS FIESTAS NAVIDEÑAS Y EN EL AÑO
PROXIMO SEA LA CONTINUACION DE EXITOS
LO QUE MARQUE LA RUTA DE SUS VIDAS.

ING. ENRIQUE HIDALGO

manoLA OBRA de hoymano

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ARTISTA MANO FRANCISCO ZUÑIGA

TITULO MANORiqueza del mar, maqueta

TECNICA MANOCemento y polvo de mármol
MEDIDAS MANO 85 x 35 x 35 cm
AÑO MANO 1951

SOL DE MONTERREY
Alfonso Reyes


No cabe duda: de niño,

a mí me seguía el sol.
Andaba detrás de mí
como perrito faldero;


despeinado y dulce,
claro y amarillo:
ese sol con sueño
que sigue a los niños.

Saltaba de patio en patio,
se revolcaba en mi alcoba.
Aun creo que algunas veces
lo espantaban con la escoba.
Y a la mañana siguiente,
ya estaba otra vez conmigo,
despeinado y dulce,
claro y amarillo:
ese sol con sueño
que sigue a los niños.

    (El fuego de mayo
    me armó caballero:
    yo era el Niño Andante,
    y el sol, mi escudero.)
Todo el cielo era de añil;
toda la casa de oro.
¡Cuánto sol se me metía
por los ojos!
Mar adentro de la frente,
a donde quiera que voy,
aunque haya nubes cerradas,
¡oh cuánto me pesa el sol!
¡Oh cuánto me duele, adentro,
esa cisterna de sol
que viaja conmigo!

Yo no conocí en mi infancia
sombra, sino resolana.–
Cada ventana era sol,
cada cuarto era ventanas.
Los corredores tendían
arcos de luz por la casa.
En los árboles ardían
las ascuas de las naranjas,
y la huerta en lumbre viva
se doraba.
Los pavos reales eran
parientes del sol. La garza
empezaba a llamear
a cada paso que daba.

Y a mí el sol me desvestía
para pegarse conmigo,
despeinado y dulce,
claro y amarillo:
ese sol con sueño
que sigue a los niños.
Cuando salí de mi casa
con mi bastón y mi hato,
le dije a mi corazón:
–¡Ya llevas sol para rato!–
Es tesoro –y no se acaba–
no se me acaba –y lo gasto.
Traigo tanto sol adentro
que ya tanto sol me cansa.–
Yo no conocí en mi infancia
sombra, sino resolana.

    • Otra voz, 1936


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